Esta vez, te traemos una postura un poquito más elaborada, y que requerirá de los dos amantes una buena sincronización y, como siempre, ganas de jugar, experimentar y pasarlo bien… muy bien.
LA MARIPOSA
El penetrado, desde luego, se va a dejar hacer, a la vez que abraza con sus piernas a su amante a la altura de la cadera. Su hombros, cuello y cabeza serán su apoyo, y su espalda permanecerá ligeramente arqueada (ni que decir tiene que cuando hay problemas de espalda, esta posición no es la más adecuada). Queda así a disposición de su amante, que lo sujetará con uno de sus brazos bajo la cadera, lo que le ayudará a llevar el ritmo de la penetración y elevar su cadera a la altura de sus genitales. El otro brazo estará libre para jugar, o ayudar a sujetar a su amado. Al estar arrodillado, sus piernas quedarán bajo los glúteos del penetrado, manteniéndolos. Logra así una penetración bastante profunda, y una posición de dominio sobre el otro, manejando ritmo y profundidad de cada embate, disponiendo además del torso de su compañero para provocarle más placer con su boca.
P.D.: normalmente se trata de una posición más dentro del juego, ya que mantenerla mucho tiempo puede ser agotador.