Si hay un artista que refleje el espíritu de la Generación Pop y la cultura callejera del Nueva York de la década de los 80 es, sin duda, Keith Haring.
En el despegue de su carrera utilizó los muros de los andenes y vagones de metro de la Gran Manzana como sus lienzos, por lo que fue arrestado en varias ocasiones, aunque también cautivó rápidamente la mirada del gran público al mismo tiempo que creaba obras para exponerlas en importantes galerías.
Tras ser diagnosticado en 1988 como portador de VIH sus obras se encrudecieron y comenzaron a ser más comprometidas social y culturalmente y Haring se convirtió en un gran activista sobre la enfermedad, la sexualidad y la homosexualidad, siendo esta última una de las constantes en sus creaciones debido a los prejuicios y el estigma de la época acerca de las relaciones entre personas del mismo sexo.
En 1989 fundó «Keith Haring Foundation«, que aún sigue en activo, con la idea de desarrollar programas para niños en los que se hablara y se diera a conocer el SIDA y su labor contribuyó a dar visibilidad a las víctimas de esta enfermedad.